3 jun 2009

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El desierto me rodea, sigo secándome, mis células se dividen, mutan en arena. Mi piel, un palimpsesto de tus caricias, de besos que surcaron mis pecados, palabras que se van de entre mis manos. Al escapar no siempre se llega a donde se quiere, muchas veces ignoramos la ruta, pero seguimos, aunque apenas podamos ver los rieles oxidados que dejaron los fantasmas en nuestros sueños. Y en la huída del cadente silencio de tu mirada, tiro por la ventana mis huesos molidos, tu sonrisa disecada en una foto que se diluye en el ocaso de la frágil memoria perecedera, y los recuerdos nauseabundos de aquellos días artificiales. Nos despedimos en la misma Estación, el ruido del tren nos impidió escuchar lo que nos dijimos.

3 comentarios:

Hozbelya dijo...

total que siempre hay un pretexto....-paranoescuchar,digo- es buenotenerte devuelta.

Leux dijo...

T__T.....me llegó

Anónimo dijo...

no eran artificiales, eran reales.